El presidente estadounidense, Donald Trump, convirtió la lucha contra la inmigración clandestina en uno de sus puntos claves de gobierno y quiere reducir, cueste lo que cueste, el número de migrantes que llegan a la frontera sur de Estados Unidos.
La justicia estadounidense estimó el pasado miércoles que la regla de la administración Trump, que obliga a la mayoría de los migrantes a solicitar el estatuto de refugiado desde un tercer país que haya atravesado durante su exilio hacia Estados Unidos, se aplicará temporalmente.
Lamentamos el impacto que tendrá la aplicación" de esta decisión "en las personas que piden asilo", declaró un portavoz del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), Andrej Mahecic.
Asimismo, aseguró que cualquier persona que huya de la violencia o de la persecución tiene que poder acceder a procedimientos de asilo completos y eficaces y a una protección internacional.
Miles de personas, a menudo familias con hijos, se verán afectados por esta medida que representa un punto y aparte en la política migratoria estadounidense.