Agrupaciones como el Movimiento Antorchista, la 28 de Octubre y la Doroteo Arango no son meros grupos de presión; son células de caos que han encontrado en la violencia y el miedo la fórmula perfecta para imponer su voluntad.
El manto de la "lucha social" ha sido utilizado para encubrir la agresión, la intimidación, los disparos y hasta el asesinato.
Los hechos recientes son un claro testimonio de esta decadencia. Este 19 de agosto, en el corazón del Centro Histórico, el personal del Ayuntamiento fue atacado por supuestos vendedores ambulantes, en un acto que no buscaba otra cosa que la confrontación y la sumisión.
El mensaje es claro: si no les das lo que quieren, recurrirán a la fuerza. Pero si esto no fuera suficiente, el fin de semana demostró la verdadera naturaleza de estas organizaciones. Un enfrentamiento a balazos entre la 28 de Octubre y la Doroteo Arango en las inmediaciones del Estadio Cuauhtémoc, que dejó heridos y un muerto, evidenció que su disputa por el poder es más violenta que cualquier ficción.
Es un mito que estas organizaciones representen una causa justa. Su modus operandi, que incluye la invasión de espacios públicos con el comercio ambulante y la imposición de los famosos "viene viene", sólo genera desorden, caos y una perversa sensación de inseguridad. No se trata de una lucha por la supervivencia, sino de una batalla por el control territorial a través del miedo y la extorsión.
Es el momento de actuar con una mano de hierro. Se necesitan medidas drásticas y sanciones penales y civiles ejemplares para cualquier agrupación que ose agredir, intimidar, o poner en riesgo la vida de los poblanos.
Puebla merece recuperar su tranquilidad. Las autoridades deben actuar con firmeza, sin ceder a la manipulación, para garantizar la paz y el bienestar de sus habitantes.