Y es que este sujeto fue detenido este 1 de julio por su participación en la toma violenta de una obra hidráulica en San Miguel Xoxtla. Según los reportes oficiales, irrumpió con un grupo de personas, destrozaron cercas, paralizaron los trabajos de una línea de conducción de agua potable y dejaron daños materiales considerables. Nada de activismo: puro desorden.
Lo peor de este asunto, es que no es la primera vez. Renato ha estado involucrado en bloqueos de carreteras —algunos que impidieron el paso de ambulancias y maquinaria agrícola—, en la toma de oficinas públicas como la del sistema operador de agua en Ixtacuixtla, y hasta en extorsiones disfrazadas de “apoyos voluntarios” en Libres y Oriental. En al menos tres ocasiones ha sido vinculado con actos de vandalismo en obras hidráulicas. Y como cereza en el pastel, ha hecho correr el rumor de estar vinculado al EZLN, como si eso lo hiciera intocable. El EZLN, por cierto, ni lo menciona.
Pero quizá lo más preocupante es cómo ha logrado engañar incluso a personas de buena voluntad. Activistas auténticos, comprometidos con las causas sociales, ya le pidieron a la presidenta Claudia Sheinbaum que intervenga. Lo hacen desde la buena fe, creyendo que Renato es víctima de represión. La realidad es más turbia.
Este martes, el gobernador Alejandro Armenta fue claro: “no se trata de una persecución política”, respondió a pregunta expresa de una defensora del agua. Dijo, tajante, que “quien comete un delito, debe asumir las consecuencias”. Así, sin medias tintas. Porque aunque algunos grupos minoritarios intentan vender el cuento de la represión, los hechos, los videos y las denuncias formales pintan otra historia.
Y si faltaban más contradicciones, aquí hay una: Renato también se presentó como opositor de la empresa Granjas Carroll, acusándola de contaminar sin pruebas concluyentes. Pero hoy, la secretaria del Bienestar, Rebeca Bañuelos, informó públicamente que la empresa “cumple al 100% con la normatividad ambiental y social”. Es decir, otra de sus banderas falsas se viene abajo. Otro acto más que se le cae del teatro.
Porque eso ha sido: un teatro. Renato no representa legalmente a ninguna comunidad. No tiene asambleas que lo respalden ni liderazgos reconocidos. Se cuelga de conflictos reales, radicaliza el discurso, provoca caos, y luego intenta salir como mártir. El guion ya lo conocemos.
En las próximas semanas sabremos si logra salirse con la suya, como en otras ocasiones, o si esta vez la ley lo alcanza. Lo que está claro es que el disfraz de activista ya no alcanza para tapar el historial que arrastra. La justicia, por fin, empieza a ponerle nombre a lo que por años fue impunidad con micrófono.